Caminando por ese camino que recorrimos ya una vez hace más de un año, conociéndonos para días después comenzar algo que por más que lo intento no consigo olvidar.
Y ha sido ese momento, en el que tú y yo, en un lugar tan a la vista y tan escondido a la vez, hemos vuelto a caer en el vaivén de nuestros labios. Y hemos recorrido las calles cercanas agarrados de las manos, hasta llegar a un banco.
Momento en el que la estupidez de enamoramiento ha hecho que soltase una ligera parida. Tenía frío, y tú te tapabas la boca con tu pañuelo. Te lo has bajado y me has besado... ¿Qué mejor que decir en un momento así que...? : 'AAAAAHHH... Qué calenticos tienes los labios' Que quieres que te diga, me ha hecho gracia como te has empezado a reir.
Lo que decía, ese banco, donde, abrazada a ti, por el frío invernal, cantabas esas melodías que un día fueron la banda sonora de nuestra relación.
Esas canciones que desde que todo esto terminó, ni me había atrevido a escuchar, no, era bastante incapaz. Podía escuchar canciones que me recordaran a tí, pero esas precisamente no.

Y finalmente... te tenías que ir.
Nos despedimos, con un abrazo y dos besos. Esta vez, en los labios. Contradictorio, ¿verdad?
Sigo sin saber qué pasará. Lo peor de todo, es que tampoco sé qué quiero que pase.
Acabo de darme cuenta de que parezco un poco tonta, o al menos, forever alone, escribir estas entradas desahogándome como si se las estuviera contando a él. Vale. Estoy loca.
¡Me encanta el texto! ¡Me encanta la foto! ¡Me encanta tu blog! ¡Me encanta todo! Besitos desde:
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