miércoles, 13 de julio de 2011

La lluvia

Caminaba sola por ese parque que tan conocido me era. Llovía.
Y sin embargo mis pies no se aceleraban para ir corriendo a un lugar a resguardo. Empapándome de lluvia.
La gente que pasaba corriendo, o con sus paraguas me miraba como diciendo: ‘Esta chica está loca… ahí mojándose inutilmente’.
¿Loca?
¿Loca por qué?
¿Acaso soy la única a la que le gusta la lluvia?
La lluvia para mi es un momento de reflexión. Sí, te ayuda a pensar. Muchas veces te pones melancólica, es cierto, pero… de vez en cuando es bueno, ¿No?
La lluvia es un momento de serenidad.
Notar como todas esas cosas que te pesan día a día escurre por tu pelo, se desliza por tu piel y terminar en el suelo, arrastradas por las gotas de agua.
La lluvia para mi es tranquilidad.
Sentarme en un banco mojándome.
Nadie por aquí, nadie por allá. Ni un alma. Ni un sonido. Sólo la suave y calmada melodía de las gotas chocar contra el suelo o mover las hojas de los árboles.
Tienes tu espacio, tu tranquilidad, tu silencio para reflexionar, aliviarte, tranquilizarte, serenarte… y sin embargo hay gente que dice: ‘La lluvia no me gusta’ Y lo concluye con: ‘Es triste…’
¿Triste por qué?
¿Por qué tenemos que ver el color gris como algo triste?

¿No será que no sabemos poner un punto de color...?
En una tormenta, por ejemplo, el cielo es practicamente negro, y sin embargo, de vez en cuando hay pequeñas proyecciones de luz.
Rayos.
Los cuales yo podría definir como esperanza.
No, no me pongas esa cara.
Un rayo de luz en medio de la oscuridad… ¿Tu no crees que es similar al sentimiento de esperanza?

Resumiendo.
Para mi, la lluvia es fantástica.

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