Después de que tu te marcharas recordé la última sonrisa. Fue una broma de mi subconsciente, mi dolor fue aumentando hasta darme cuenta que había llegado un límite que mi vida no podía ser peor. También caí en la conclusión que todo esto no valía la pena, verter lágrimas por lo perdido solo te quitaba la oportunidad de vivir lo que queda por venir.
Lancé tus cartas y tus fotos a las llamas de los momentos que existieron, para dejar solo cenizas de lo que algún día fuimos, guardadas en algún lugar de mi memoria. Allí es donde debían estar.
"Las cicatrices nos recuerdan donde hemos estado, pero no tienen por que decidir hacia donde
vamos"
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